Madrid sigue luchando contra las barreras arquitectónicas mientras Ávila, Sevilla o Terrassa ya pueden presumir de ser “amigables”. La accesibilidad es algo que preocupa cada vez más a los habitantes, ya que afecta no solo a personas con algún tipo de discapacidad, también a los mayores, niños y mujeres embarazadas. Vivir en un lugar sin barreras hace que la vida sea más amable y sencilla. Y no hablamos solo de eliminar bordillos, escalones o añadir rampas. Una urbe habitable para todos es necesaria.
Una metrópoli para todos
Una mamá que empuja a duras penas un carrito de bebé, un niño que se tropieza con un bordillo, un anciano que no puede coger el autobús por tener movilidad reducida o un invidente que necesita ayuda para orientarse dentro de un edificio público… Son escenas cotidianas que se repiten en todos los municipios españoles a diario. Son peligros que acechan en la ciudad, inconvenientes a los que antes o después, todos nos enfrentamos en algún momento de la vida.
Según el desaparecido Luis Miguel Suárez-Inclán, Doctor en Arquitectura, “la ciudad es la madre de la cultura, como también es la casa de la política y de la economía. Todo lo público debería ser accesible”. Siguiendo la premisa de este gran defensor de la acción social, las urbes españolas tienen mucho camino aún por recorrer, si nos comparamos con nuestros vecinos europeos que nos llevan la delantera y con creces. Sírvase de ejemplo, Berlín o Salzburgo, premiadas por la Comisión Europea en esta materia.
El compromiso de las autoridades
Los ayuntamientos no deberían perder más tiempo y ponerse manos a la obra. En España, es urgente revisar el estado de las barreras urbanísticas que hay en la vía pública, eliminar los pasos con bordillos, añadir rampas, señalizar mejor los obstáculos como papeleras, semáforos, edificios públicos…En definitiva, contribuir a la habitabilidad de las metrópolis.
Pero la calle no es el único lugar donde los peatones nos enfrentamos a los peligros que supone franquear coches, andar por estrechas aceras o bajar por pasos subterráneos plagados de escalones con el fin de cruzar la calzada. Ojalá, pero hay más. Los edificios públicos son otra de las tareas pendientes de la administración, especialmente si éstos son antiguos y no están adaptados a personas con discapacidad. En este campo, ¿qué pueden hacer las administraciones? Mucho. Por ejemplo, construir accesos con rampas suficientemente anchas para que pueda pasar un individuo en silla de ruedas, eliminar todas las barandillas que obstaculizan, así como las escaleras empinadas, baldosas o empedrados irregulares, revisar los bordillos, los marcos de las puertas y los rodapiés. Y esto solo para empezar.
Más soluciones arquitectónicas
Muchas veces centramos la accesibilidad en la movilidad, pero existen otros colectivos igualmente afectados. Quienes tienen discapacidad auditiva o visual caminan por la urbe-jungla, tratando de combatir decenas de impedimentos. Las soluciones arquitectónicas aquí no son baladíes y bien podrían cambiarle la vida a muchos residentes. Algunas ideas: aumentar la señalización en braille de la que carecen muchos edificios públicos, incorporar números luminosos para ciudadanos con vista cansada, marcar bien los movimientos de puertas y ventanas con diferentes colores o texturas en el suelo, poner pasamanos con información gráfica o táctiles anunciando los posibles obstáculos que hay en el recorrido. En cuanto a sonorización, muchas personas necesitan moverse a través del sentido del oído y aquí cosas tan sencillas como reducir los ruidos de máquinas, vibraciones del suelo o regular la megafonía, mejorarían la calidad de estos individuos.
Según Fermín Celso Sánchez Rodríguez, Profesor Asociado del Departamento de Expresión Gráfica en Arquitectura e Ingeniería de la Universidad de La Laguna, un último apartado que hay que tener en cuenta son las viviendas de uso privado. Por ello, aboga: “En las viviendas de nueva construcción, es importante pensar en la accesibilidad desde el principio e incorporar ascensores para seres humanos con discapacidad. También disponer de aparcamientos en los propios edificios destinados a vehículos de afectados del aparato locomotor, bien señalizados y protegidos para que no sean invadidos por otros vehículos”, aunque según el Real Decreto Legislativo 1/2013, en diciembre de 2017 todos los edificios residenciales deberán estar preparados para este fin.
La geografía española en accesibilidad
En Sevilla, todas las líneas de metro son accesibles, los autobuses han incorporado pantallas con sonido e imagen para ciegos y sordos. Ávila ha sido aclamada porque su muralla, Patrimonio de la Humanidad, se transformó en un lugar amable para personas con movilidad reducida e instaló un ascensor y baño adaptado. Santander ha sido reconocida por sus programas urbanos y Terrassa por su esfuerzo en eliminar barreras arquitectónicas en plazas, calles, monumentos y viviendas. Sin embargo, no todo son buenas noticias porque la capital de España es un claro ejemplo de que aún queda mucho por hacer.