En uno de cada cinco hogares españoles vive al menos una persona con discapacidad. Un total de 3,84 millones de personas con necesidades específicas, entre las que destaca las del colectivo con movilidad reducida, que representa el 6% de la población española según la última Encuesta de Discapacidad, Autonomía personal y situaciones de Dependencia (EDAD) del Instituto Nacional de Estadística, fechada en 2008.
La sociedad española es cada vez más sensible a las especiales necesidades de estos ciudadanos entre los que se incluye el creciente colectivo de personas de avanzada edad. Como fruto de una demanda del mercado y la actividad legislativa, la oferta de soluciones crece generando cierta confusión entre los interesados, consultamos con un experto para que nos ayude a discernir entre las necesidades reales a cubrir en un proyecto de adaptación de una vivienda y las inducidas.
«El objetivo es que la vivienda sea útil, segura y confortable, que solucione todas esas tareas que se dificultan cuando, por ejemplo, nos rompemos una pierna jugando al pádel», explica Alfonso Bruna, director técnico de Casa Gnial, empresa especializada en adaptación de viviendas para particulares, instituciones e industria hotelera: «Se trata de ofrecer calidad de vida para el día a día, que genere mayor autonomía y autoconfianza».
Tan funcional como estética
Todo empieza por hacer un buen diagnóstico de situación. «Cada caso es diferente, y la mejor manera de conocer las necesidades es poniéndose en manos de un terapeuta que especifique las necesidades en función del grado de discapacidad del interesado». La otra regla de oro es no renunciar a nada. En opinión de Bruna, una vivienda adaptada no es sinónimo de «estética de geriátrico», por eso hay que trabajar en soluciones prácticas y decorativas, lo que hoy es posible si se conoce la oferta del mercado. «Nosotros trabajamos con el concepto de vivienda para todos, porque muchas de estas medidas van a hacer la vivienda más confortable a cualquier ciudadano de cierta edad, por muy buenas condiciones físicas en que se encuentre».
Barreras de acceso
La siguiente tarea es identificar las posibles barreras de acceso que esta persona puede encontrar para el acceder a la vivienda. El Código Técnico de la Edificación, vigente desde 2006, resuelve muchas de estas necesidades si bien dejó al albur de la iniciativa del promotor otras como la altura de la botonera de los porteros automáticos.
De especial importancia es la puerta de acceso, debe liberar un vano mínimo de 80 cm, teniendo en cuenta la orientación de apertura para ofrecer una superficie de 1,20 a 1,50 metros donde poder girar una silla de ruedas. Desde Casa Gnial se recomienda facilitar su manipulación instalando un sistema de apertura y cierre automático por mando a distancia, teléfono móvil o huella, disponible en el mercado desde unos 300 euros. Otra recomendación es motorizar su movimiento con unos dispositivos que se pueden encontrar por unos 1.100 euros, siempre hablando de precios orientativos.
Después del baño, el pasillo es el habitáculo del hogar donde más caídas se producen, por eso se recomienda que tenga una anchura de 80 cm, suficientemente ancho para que circule una silla de ruedas y estrecho para que encontremos puntos de sujeción frente a una hipotética caída.
Puertas, ventanas y puntos de luz
Otra consideración básica es no utilizar pomos de puerta redondeados, ni con un diseño con puntas donde se pueda enganchar con facilidad la ropa. También hay que tener en cuenta la altura de apertura de ventana, un detalle que se pasa por alto en muchas ocasiones. Una persona sentada tiene difícil acceso a alturas superiores a 1.40 metros, lo que se tiene que tener en cuenta cuando se encargue toda la carpintería exterior. Cuando existen puertas a terrazas deben estar enrasadas, instalando en la parte exterior una rejilla de desagüe de las aguas pluviales.
En cuanto al acceso a los enchufes, deben ubicarse a mayor altura que en una casa tipo. En muchas ocasiones en la reforma de una vivienda se recurre al diseño de un zócalo en las paredes de la vivienda que escamotea estos suministros y otros mecanismos, como sistemas automatizados de cierre de persianas y manipulación de cortinas, muy agradecidos por estos usuarios en opinión de Bruna.
El dormitorio
La cama debe ubicarse a unos 45 o 48 cm, una altura similar a la de la silla de ruedas, lo que facilita la transición de una a otra. Como el usuario deberá apoyarse en el colchón en su traslado, conviene elegir uno con cierta dureza para facilitar este trabajo. Ambas recomendaciones son válidas a la hora de elegir el sofá del salón.
Las soluciones para los armarios son muy diversas. Como consideración general hay que pensar en un diseño con suelo continuo que permita acercarse para manipular su interior. Otro de los diseños más interesantes es el llamado ‘armario de farmacia’, un nombre que reciben por contar con un dispositivo de carriles que permite extraer todo el módulo en el que se está actuando, similar al de la rebotica o a los incluidos en muchos diseños de cocina. Otras soluciones más sofisticadas permiten descender la parte superior del mueble con una palanca o motor para que quede a la altura del discapacitado.
El baño
«Un fallo universal es que la puerta se abra hacia dentro, precisamente donde solemos caernos cuando hay un accidente impidiendo que nos auxilien desde el exterior», recuerda Bruna. Además recomienda apostar por un buen sistema de ducha con los mandos ubicados fuera del radio de acción del caudal de agua para regular la temperatura adecuada previamente, otra precaución es contar con un sistema de termostato que no supere los 50 grados, así si se produce algún accidente durante una ducha se evita posibles quemaduras.
El plato debe estar ubicado a ras de suelo ofreciendo un paso mínimo de 80 cm. y con una mampara movible de 75 cm. Los inodoros anclados a la pared son más recomendables por permitirse ubicar a la altura adecuada para cada usuario con un sistema de barras adaptado a su movilidad. Por último, el lavabo debe estar liberado en su parte de abajo para permitir acercarse y con un grifo accionable con palanca.
Todos los toalleros pueden ser de tipo barra para facilitar la movilidad por el habitáculo ofreciendo un soporte de apoyo, y para los amantes de las experiencias novedosas, con una inversión de unos 600 euros se puede instalar un secador de cuerpo por chorro de aire caliente.
La cocina
Un espacio que requiere de especial atención. Lo habitual es que se piense en una disposición en dos líneas. En una se ubican los electrodomésticos a una altura ligeramente superior a la habitual para facilitar su acceso, por ejemplo, a la parte inferior del frigorífico. Para dar utilidad el espacio de la base se puede pensar en un sistema de cajones tipo gavetas donde guardar utensilios de cierta altura accesibles para una persona sentada, como cazuelas o botellas.
En la otra línea se ubica la encimera a unos 80 cm de altura, donde se distribuye tanto el fregadero como la placa de cocinar, quedando libres en su espacio interior. Una buena práctica para aprovechar este espacio es equiparla con un mobiliario de ruedas, de modo que el discapacitado lo pueda mover cuando va a cocinar y otra persona dejarlo en su ubicación.
Adaptar una vivienda a este tipo de situaciones no implica un gran sobrecoste adicional si se está abordando una obra de remodelación de la casa, en opinión de Alfonso Bruna lo importante es actuar con método y confiar en la opinión de un experto.