Los fondos de las arcas municipales nunca dan para todo. Con frecuencia existen déficits que pueden afectar a la limpieza o la seguridad de un barrio, al cuidado de instalaciones y zonas comerciales, o a las iniciativas ciudadanas que se basan en aportaciones públicas. A finales de los 60, un grupo de comerciantes de la ciudad de Toronto se organizó para proponer al ayuntamiento la cogestión del distrito en el que tenían sus negocios: el municipio seguiría prestando sus servicios pero además, recaudaría una cantidad extra de esos mismos comerciantes para financiar actuaciones de mejora en la zona. Un comité de esa asociación vecinal gestionaría los fondos, decidiría las actuaciones y las supervisaría. A esa nueva figura de gestión medio pública medio privada se le llamó Business Improvement District (BID), distritos de mejora empresarial, o distritos de negocio, en español. El éxito de esa primera experiencia trasladó la fórmula a otras ciudades canadienses y luego a Estados Unidos. Hoy existe en una veintena de países y parece que se puede implantar muy pronto en España, al menos el Ministerio de Economía ya está estudiando cambiar la Ley de Haciendas Locales para adoptar los distritos de negocios, aunque aún no hay plazos.
Como Times Square y Camden Town
Estos dos barrios, el primero de Nueva York y el otro de Londres, son la mejor referencia para quienes defienden este modelo de gestión. Ambos sufrían abandono e inseguridad, lo que provocó que comercios, oficinas y vecinos se trasladaran a otras zonas. La constitución de BID cambió por completo la tendencia, obteniendo fondos aportados por todos los vecinos para mejorar la limpieza y la vigilancia, remozar calles y fachadas, y promover la apertura de nuevos negocios.
En palabras de Carlos Bejarano, secretario de la comisión de Comercio y Ciudad de la Confederación Española de Comercio, «Muchas de las asociaciones de comerciantes cambiaron el modelo a lo que hoy se domina centros comerciales abiertos, contando para ello con ayudas públicas. La desaparición de estas ayudas, motivada por la crisis, es lo que ha propiciado los BID, nuevos modelos de gestión que pasan a establecer un mecanismo de financiación para toda la zona implicada, permitiendo que haya una estabilidad y un consenso y que ese espacio este más dinamizado en todos los sentidos, social, económico… en conclusión, los BID pueden ser un gran impulso para la mejora de los centros de las ciudades, con muchas ventajas como la autogestión y la sostenibilidad»
La legislación de cada Estado de Estados Unidos determina la figura jurídica y las normas de constitución de un BID, aunque todos tienen estas características:
- El primer paso es poner de acuerdo a los comerciantes de la zona que se vaya a gestionar para solicitar en común el permiso al ayuntamiento. Se requiere de una mayoría cualificada, con un porcentaje previsto en la ley que regule los distritos de negocios.
- Se debe presentar al organismo municipal un modelo de gestión, una estructura organizativa, aportaciones, presupuestos y planes de actuación. Si el BID es aprobado, la totalidad de los comerciantes de la zona, incluso los que no han votado su constitución, estarán obligados a financiarlo con las cuotas que se hayan previsto.
- El ayuntamiento recauda esas cuotas generalmente a través del Impuesto de Bienes Inmuebles, creando un fondo común. Existen BID reducidos y modestos, y otros que manejan enormes presupuestos, por ejemplo el de Downtown Alliance, en el sur de Manhattan, que dispone de 12 millones de euros.
- El consejo de la entidad, del que suele formar parte el propio ayuntamiento, será quien tome las decisiones sobre la utilización de los fondos en las distintas actuaciones de mejora.
Independientemente de esta forma de gestión, el consistorio municipal seguirá prestando los mismos servicios que antes a los vecinos del distrito. No se trata de que el BID asuma competencias de gobierno, sino de que las comparta. En definitiva, que la iniciativa privada sin ánimo de lucro mejore lo público.
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