Negocios de temporada: aprovechando la cresta de la ola

Equipo de Redaccion

Muchos emprendedores optan por abrir negocios de temporada, cuyas ventas se concentran en unos meses del año determinados. Se trata de explotar al máximo una demanda que, previsiblemente, compensará la falta de facturación del resto del año.

Pero para que esta idea funcione, se debe hacer una planificación rigurosa, una buena gestión de recursos y un adecuado ajuste de gastos. La tienda de esquí que abre sus puertas en octubre y cierra en abril ha tenido que realizar unas previsiones de ingresos y costes; los primeros no se prolongan el resto de los meses, pero algunos de los gastos sí, en especial el que se refiere al local.

Los costes de alquiler no son de temporada, de manera que para que estos negocios funcionen, los inmuebles en los que se ubiquen no pueden ser una gran carga económica. Actualmente, el mercado ofrece unas condiciones especialmente interesantes para este tipo de comercios, ya que el ajuste de precios hace que los locales representen una partida más pequeña en los presupuestos de las empresas.

“Es habitual que cuando se elige un arrendamiento pueda negociarse el coste con el propietario, siempre y cuando el local no esté en una zona de alta demanda comercial –explica José Luis Quesada, asesor inmobiliario–. Un establecimiento junto a una urbanización de veraneo es difícil que encuentre ocupación en invierno, de manera que durante esos meses, puede rebajase considerablemente la cantidad que se paga en la temporada fuerte. El arrendador puede mantener al inquilino y unos ingresos mínimos. Y el negocio, se asegura la amortización del gasto y su continuidad en la siguiente temporada”.

¿Meses de descanso o diversificación?

Aun así, no todos los negocios estacionales pueden permitirse cerrar sus puertas durante meses. Muy alta tiene que ser la facturación para soportar un tiempo prolongado de inactividad. Al mismo tiempo, se corre el riesgo de depender de una clientela eventual y no de unos consumidores habituales.

Lo más lógico es buscar en la diversificación de la oferta una manera de asumir la temporada baja cubriendo al menos los gastos básicos. Una tienda de baño y playa podría, por ejemplo, poner a la venta ropa y complementos de estilo surfero utilizable todo el año, o convertirse en un outlet económico con productos en stock.

En otros casos, el plan de negocio se basa en la total flexibilidad y la adaptación. Existen ‘tiendas de celebraciones’ que centran sus esfuerzos, no en una temporada, sino en fechas concretas: Navidad, San Valentín, el Día de la Madre o del Padre, la fiesta de la Comunidad o de la ciudad… El esfuerzo es considerable al tener que cambiar cada vez los productos y la decoración, con la dificultad añadida de establecer una clientela que puede tener dudas a la hora de identificar el tipo de comercio.

Para mantener la reputación de estos establecimientos en el tiempo, estos negocios deben hacer esfuerzos en sus plataformas digitales y redes sociales. En ellas no se paga alquiler y se consigue una reputación que puede llevar mucho más público a los establecimientos físicos para así conseguir que la cresta de la ola comercial que aprovecha la empresa sea más alta y se prolongue en el tiempo.

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