Algo de magia tiene la luz del atardecer cuando durante unos minutos es capaz de sacar los colores más bonitos de cualquier paraje. Aunque, en muchas ocasiones, la imagen de sol escondiéndose en el horizonte se asocia con paisajes naturales, lo cierto es que el crepúsculo también arranca a nuestras ciudades bellísimas estampas que se repiten cada noche: sólo hay que dar con el lugar adecuado y encontrar el tiempo para detenerse a observarlas. Hemos seleccionado algunos de los mejores emplazamientos en los que puedes disfrutar de un atardecer urbano en España:
El mirador del Albaicín, en Granada
El simple hecho de contemplar el imponente conjunto de la Alhambra es todo un espectáculo que cobra una nueva dimensión a última hora del día, cuando parece brillar por sí misma exhibiendo reflejos naranjas, rojizos y dorados. Las mejores vistas de la antigua corte nazarí se obtienen desde el otro lado del río Darro: a última hora de la tarde, las gentes suben por las callejuelas de estrechas e intrincadas del barrio del Albaicín, antiguo barrio árabe de la ciudad, hasta llegar al célebre mirador del mismo nombre. Todo un atractivo por sí mismo que no falta en ninguna guía turística.
El templo de Debod, en Madrid
El monumento más antiguo de Madrid, con 2.200 años de historia, fue donado a la ciudad en el siglo XX por el gobierno egipcio, en compensación por la ayuda prestada por España para salvar los templos de Nubia de las inundaciones que se preveía provocaría la construcción de la presa de Asuán en el país. Madrid lo reconstruyó piedra a piedra en su ubicación actual, en el Parque de la Montaña, respetando su primitiva orientación de este a oeste. Una singular reliquia egipcia que se torna más especial, si cabe, a la hora del ocaso.
El puente de San Pablo, en Cuenca
El centenario puente de San Pablo, de hierro y madera y patrimonio de la ciudad de Cuenca, es uno de los mejores lugares para observar cómo las célebres Casas Colgadas desafían la gravedad desde lo alto de la cornisa de la hoz del río Huécar. La luz del atardecer, primero, y la iluminación nocturna, poco después, consiguen enriquecer, si cabe, la panorámica.
El puente de Triana, en Sevilla
El entorno del puente de Triana es una de las zonas más populares para disfrutar del atardecer en Sevilla, no sólo por disfrutar de las vistas de la Torre del Oro y la plaza Maestranza iluminándose con los últimos rayos del sol junto al Guadalquivir, sino por el ambiente que se genera en los parques y terrazas en ambas orillas del río.
Sant Antoni de Portmany, en Ibiza
Aunque si hay atardeceres concurridos, esos son los de Sant Antoni de Portmany en Ibiza, sobre todo durante la temporada de verano cuando el municipio se convierte en el ‘place to be’ de la isla para despedir el día (y darle la bienvenida a la noche) mientras el astro rey se pierde en las aguas del Mediterráneo. Difícil encontrar un rincón tranquilo entre ‘chill outs’, terrazas y miradores a rebosar.
Puente Romano, en Salamanca
La piedra franca o piedra de Villamayor (por el municipio donde está ubicada la cantera de la que se extrae desde hace un milenio) es la materia prima fundamental de fachadas y monumentos del centro histórico salmantino y a la que le debe su color único la urbe. La luz del crepúsculo obtiene unos espectaculares matices en la piedra que envuelve la barroca plaza Mayor, la plateresca fachada de la Universidad o las dos Catedrales de la localidad. Aunque si se quiere obtener una visión de conjunto, lo mejor es cruzar el puente Romano y girar la vista desde la otra orilla del Tormes.