¿Qué tienen en común el expresidente Obama, la NBA, una PYME, la Liga de Fútbol y el mercado inmobiliario? Que todos ellos utilizan la tecnología del Big Data.
El análisis de datos masivos se ha convertido en una herramienta informática extremadamente potente capaz de analizar tendencias y extraer conclusiones valiosas aplicables a diversos mercados.
La Fundación Telefónica hablaba del Big Data en su última edición del informe “La Sociedad de la Información”, no como una tendencia de futuro, sino como un hecho consumado. «El Big Data es el presente de las grandes empresas y las pymes ya empiezan a detectar su potencial. De hecho, un 35% de las empresas de más de 500 empleados ha realizado inversiones en este ámbito en 2016. Las pymes son conscientes del potencial del Big Data y más del 20% de las pequeñas empresas considera interesante esta tecnología. En las empresas medianas, la cifra llega hasta el 28%. Estos datos nos anuncian que el Big Data todavía tiene margen para crecer«.
El diseño de una estrategia con la que atacar la gestión de este tsunami de datos, estructurarlos y darlos forma, se ha convertido en uno de los principales objetivos para las organizaciones, ya que las predicciones estadísticas derivadas del análisis de esta información, pueden dar lugar a la mejor toma de decisiones y la diferenciación respecto a la competencia.
Uno de ejemplos más significativos fue el llevado a cabo en 2012 por la candidatura del presidente Obama. En este caso, el gabinete del presidente norteamericano decidió combinar una base de datos analíticos con modelos predictivos, con la finalidad de obtener una fotografía más amplia del electorado. Se analizaron qué propuestas eran las más o menos populares, que zonas geográficas necesitaban un mayor trabajo de su equipo electoral… En definitiva, un análisis exhaustivo de las necesidades de sus “clientes”, que finalmente llevó al partido demócrata a realizar una campaña más eficaz acorde a la información obtenida.
¿Cómo acceden las empresas y organismos públicos a esta información?
Esta ingente cantidad de datos susceptibles de ser analizados son generados por la población a partir de actividades realizadas electrónicamente. Se trata de datos formados, por ejemplo, en las redes sociales, en procesos de compras online, transacciones bancarias, incluso datos oficiales que poseen los ayuntamientos, etc…y constituyen hoy en día una fuente de información privilegiada para el desarrollo de líneas de negocio en el que se producen grandes inversiones.
El sector inmobiliario es uno de los campos más propicios para la aplicación del análisis de macrodatos. El dinamismo del sector, la rapidez con la que se necesita contar con la información y la capacidad de inversión de las organizaciones relacionadas, demandan un análisis profundo de las necesidades de la población para garantizar el éxito de las decisiones tomadas. Esto aporta al sector inmobiliario transparencia y permite agilizar de manera justa la oferta y la demanda.
El Big Data es una herramienta que puede beneficiar a todos. Comprar, vender o alquilar una vivienda o un local es más fácil gracias a este análisis, “a gran escala” y en tiempo real, de los datos de una zona en concreto.
Gracias a la geolocalización, es posible conocer un determinado barrio: cuál es la situación del mercado inmobiliario de la zona, qué oferta hay, cómo es la demanda en dicho barrio, qué servicios tiene ya instaurados, qué servicios necesita, densidad de tráfico, zonas verdes e incluso si puede crecer en el futuro y cómo.
Esta información no solo es importante para el propio mercado inmobiliario sino también para para aquellos que participan en él directa o indirectamente, ya sean empresas o particulares. Por ejemplo, para los emprendedores resulta vital conocer su entorno de cara a para poner en marcha nuevos proyectos. Necesitan conocer qué nuevas oportunidades de negocio pueden darse en un área determinada: qué tipo de local puede ajustarse más al negocio que quieren impulsar y qué alquileres hay disponibles en dicha zona.
Por tanto, el Big Data, puede suponer para el sector inmobiliario un cambio disruptivo, es decir, puede suponer un cambio radical en la forma de tomar decisiones: se conocerán de manera predictiva las necesidades del comprador de una vivienda, qué zonas son más propicias para el alquiler de inmuebles, cuáles lo son para construir zonas comerciales, oficinas, hospitales, colegios, cuánto tiempo puede tardar en venderse una vivienda, o cuál es el precio justo que se debe pagar.