Ya existen muchos ejemplos de viviendas de alta eficiencia energética que aprovechan los recursos naturales del entorno pero, hasta ahora, en nuestro país no se había proyectado toda una urbanización con estas características.
David Sarriá es el promotor, junto al arquitecto Renato Álvarez, de una promoción de 39 casas unifamiliares en la localidad de Otura, a 15 kilómetros de Granada, concebidas como una comunidad autosuficiente y completamente integrada en la naturaleza.
Su diseño parte de cuatro propuestas que configuran no solo una oferta inmobiliaria verde, sino un estilo de vida alternativo.
Energía sostenible
Toda la ‘ecourbanización’ tendrá una calificación energética A gracias a que cada vivienda dispondrá de una caldera de biomasa policombustible, es decir, que podrá quemar distintos desechos naturales: cáscara de almendra, pellet, huesos de aceituna, virutas de madera…
Además, existirán instalaciones de geotermia (aprovechamiento del calor subterráneo), sistemas de intercambio de calor con el entorno y paneles solares. De este modo, toda la energía consumida será generada por los propietarios.
Pero además se trata de que el gasto energético sea razonable, por ello las dimensiones de las viviendas deben ser apropiadas al número de residentes. Que no falte espacio, pero que tampoco sobre. Sarriá y Álvarez han diseñado casas desde los 65 m2 útiles y dos dormitorios, hasta los 102 m2 y cuatro dormitorios.
Zonas verdes ‘comestibles’
Los jardines que suelen adornar las parcelas de las urbanizaciones tradicionales se convierten aquí en espacios comunitarios en los que crecen huertos, árboles frutales y especias. Un sistema de recogida de agua de lluvia servirá para el riego y para mantener el suelo fresco durante el verano. La empresa que se encargue del mantenimiento de este paisaje verde también repartirá lo recolectado equitativamente entre los vecinos.
Espacios comunes para la convivencia
“Se trata de aprender a vivir de otra manera, con más calma, potenciando la relación de los vecinos entre sí”, explica Sarriá. Por eso, el concepto de propiedad se limita al interior de las viviendas. Así, no hay garajes particulares, sino uno comunitario, para coches y bicicletas, habilitado además como puesto de carga para vehículos eléctricos.
También se comparte la antena de televisión, la piscina (que se potabiliza con sal, como si fuera un estanque marino), un humedal con platas acuáticas y una zona de barbacoa, deportes y reuniones donde organizar encuentros y sociabilizar.
Reciclaje natural
La urbanización va a contar con un biodigestor, es decir, un contenedor de desechos orgánicos que al descomponerse producen gas metano (biogás del que obtener electricidad o con el que cocinar) y subproductos líquidos que pueden ser utilizados como fertilizantes.
Este verano entrarán a vivir en la urbanización los primeros ‘ecopropietarios’ y ya hay planes para poner en marcha otras promociones similares en Andalucía. “Me gustaría que esta filosofía se extendiera –concluye Sarriá–, que nos copiaran otras empresas y esto fuera un poco como sucede con el software libre”.
Foto de http://www.ecourbanizacion.com