Imaginar, experimentar y buscar soluciones técnicas para hacer los sueños realidad. Esa es la fórmula que convierte una construcción en una demostración arquitectónica de talento.
Algunos de los mejores ejemplos de ese proceso de innovación permanente son galardonados cada año con los Building of the Year Awards, patrocinados por ArchDaily, un referente entre las plataformas online de arquitectura.
En la lista de premiados de su última edición aparecen edificios tan extraordinarios como el nuevo pabellón de la Universidad de Stuttgart (Alemania), un ‘tejido de madera’ elaborado por robots.
También figura el VIA 57 West de Nueva York, edificio híbrido de dos culturas urbanas: la europea, en la que los patios sirven como lugar de encuentro y eje social, y la norteamericana, con su tendencia a buscar el volumen vertical.
La sede de la Filarmónica del Elba en Hamburgo, otra de las construcciones premiadas, que se eleva 100 metros sobre la superficie del puerto como si fuera un colosal galeón de cristal, ha cambiado la configuración de esta zona de la ciudad. Como también lo ha hecho la Torre BBVA Bancomer en el área de negocios de Ciudad de México.
El nuevo símbolo arquitectónico de esta entidad financiera es un ejercicio de sofisticación en el que no se renuncia a vivir al aire libre ni a la naturaleza en altura. Sus ‘jardines del cielo’ son espacios que se abren cada nueve pisos para ofrecer lugares de reunión y de esparcimiento adornados de vegetación y unas vistas extraordinarias sobre la metrópoli.
Jugando con el diseño
El mismo espíritu innovador de estas construcciones ha inspirado uno de los grandes proyectos de este año, la Casa Lego, que bien podría ser elegida entre los edificios premiados en 2018. Comenzó a diseñarse hace dos años en Billund (Dinamarca), sede de la compañía que ha hecho de los pequeños bloques de plástico un juego universal.
“La Casa Lego es una manifestación de la esencia misma de Lego –ha declarado Jesper Vilstrup, director del proyecto–. Va a ser un lugar asombroso donde los fanáticos de este juego y sus familias y amigos podrán vivir (o revivir) la alegría de su universo”.
La construcción, obra del arquitecto Bjarke Ingels, de la firma BIG, recrea las clásicas figuras de plástico Lego: 21 bloques apilados que juegan con los espacios vacíos y las densidades de líneas rectas en sus 12.000 m2 de superficie.
Hay cuatro zonas diferenciadas por colores que representan los distintos aspectos del aprendizaje infantil: creatividad (espacio rojo), habilidades emocionales (amarillo), sociales (verde) y cognitivas (azul). Las fachadas están revestidas de azulejos que generan la ilusión de que todo el edificio ha sido levantado con las piezas del juego.
El acceso se realiza desde una gran plaza de 2.000 m2 en la que hay tiendas, restaurantes y terrazas a las que se puede llegar ‘escalando’ los bloques. La apertura oficial al público será el 28 de septiembre.