Los edificios españoles consumen de promedio más del doble de energía de la que necesitan. Si de verdad queremos acercarnos a ese ideal de arquitectura sostenible y energéticamente amable con el entorno, hay que ponerse manos a la obra. Uno de los mayores avances, debe llegar de la construcción eficiente encaminada a diseñar edificios de balance cero, lo que requiere la implicación de todo el sector.
En opinión del arquitecto Felipe Pich-Aguilera, especializado en proyectos de construcción sensibilizados con el medio ambiente, «el objetivo perseguido por las nuevas tendencias de arquitectura, con Passive house como principal baluarte, es crear una nueva realidad a la hora de invertir en construcción para reducir el porcentaje de demanda energética. Además hay que eliminar parte del gasto por consumo energético en los hogares, que en España se encuentra por encima del doble de lo necesario». Declaraciones que se enmarcan dentro del proyecto Conversaciones con Danosa con el que esta compañía de soluciones de construcción quiere, sensibilizar al sector a través de la opinión de relevantes profesionales sobre aspectos críticos de la arquitectura sostenible.
En este contexto, estos edificios balance cero o energía cero persiguen tener un impacto energético neutro entre su consumo y la energía que son capaces de producir o maximizar. La orientación, su envolvente o estructura son entonces factores definitorios pero también es necesario que toda la tecnología instalada en ellos contribuya a este fin. El objetivo es un uso intensivo de energías renovables en cantidad equiparable a la energía demandada para su funcionamiento.
El compromiso del profesional
Y no solo eso, también es básico que el propio modelo constructivo se adapte a este nuevo paradigma arquitectónico. La construcción sostenible pasa por la transformación en el modo de habitar los edificios, pero también de construirlos. Pero no se trata de un cambio de estilo o estética si no de transformaciones profundas y radicales ideológicas que exigen del compromiso de todos los profesionales del sector.
Son los arquitectos, aparejadores, ingenieros, constructores y promotores los que deben apostar por este nuevo modelo de desarrollo: «Durante muchos años, en los procesos de construcción y rehabilitación de los edificios se han lanzado a la atmósfera emisiones nocivas de CO2 por quema de energía fósil», recuerda Felipe Pich.
El debate está abierto
Los defensores del edificio balance cero apuestan por un cambio en la lógica del negocio de la construcción que bien llama a la reflexión. Se trata de incorporar los costes de mantenimiento, funcionamiento, climatización y el propio ciclo de vida energético del edificio en su proceso de diseño inicial. De este modo, su demanda futura de energía debe estar presente en las decisiones de proyecto, como en ubicación, arquitectura, estructura, dimensiones, elección de materiales, etc. Incluso, a costa de incrementar su presupuesto constructivo en un primer momento, buscando ahorros en términos económicos y de impacto medioambiental durante su larga vida.
Para lograrlo, es necesario incorporar nuevos profesionales como equipos de consultores ambientales o bioclimáticos, formados en arquitectura, ingeniería, física o diseño industrial. Ellos serán los encargados de evaluar la demanda energética futura, una buena instalación de energías renovables, sistemas de iluminación eficiente y aprovechamiento de fuentes de energía alternativas hasta ahora desaprovechadas, como las provenientes de los electrodomésticos o el calor metabólico (el que generan las personas).
Especial importancia tiene la optimización de la energía solar, con el fin de mantener constante la temperatura interior con independencia de los cambios estacionales. Aquí intervienen técnicas de aislamiento térmico y uso de materiales de superaislantes, entre otros factores.
Cubiertas vegetales: 30% de ahorro en climatización
Un buen ejemplo de esta arquitectura sostenible son las cubiertas ajardinadas. Estos sistemas combaten las fugas de calor del edificio, que en un 60% se canalizan por techos y fachadas: «Se consigue disminuir el exceso de temperatura del edificio y se evita el sobrecalentamiento por radiación solar, proporcionando un doble beneficio a los vecinos en términos de impermeabilización y aislamiento térmico y acústico». En opinión de este arquitecto son soluciones que permiten ahorrar hasta el 30% del gasto en climatización, pero que también mejoran su calidad de vida y actúan de sumidero de las emisiones de CO2, beneficiando a toda la comunidad.
El confort oculto
De este modo las cubiertas vegetales y otras aportaciones del edificio balance cero se convierten en poderosos agentes para el confort oculto, un concepto defendido por Danosa y que define como «aquel que no se ve ni se escucha, pero se siente».
Como explica Felipe Pich-Aguilera, “el primer paso es el compromiso de todos los profesionales del sector de la edificación con una construcción más sostenible. Hasta yo mismo como arquitecto he dejado de verme como un arquitecto meramente ejecutivo, para empezar a verme como alguien que se identifica cada vez más con el edifico acabado y en funcionamiento. Por eso, creo que todo el sector de la construcción debería dar pasos decididos hacia un mayor compromiso con partidas de obra ejecutada”.