Granjas en los edificios, bosques urbanos, pantanos, árboles que brillan… Así serán las ciudades del futuro

Equipo de Redaccion

Según las previsiones de Naciones Unidas, en el año 2050 la población mundial alcanzará los 9.000 millones de personas, y el 75% de ellas vivirán en ciudades. Es fácil imaginar el gigantesco desafío al que nos enfrentamos para que los entornos urbanos sigan siendo sostenibles y puedan ofrecer una mínima calidad de vida a sus habitantes.

Equipos de ingenieros, arquitectos y científicos hace tiempo que son muy conscientes de lo que se avecina y por eso trabajan sobre modelos de desarrollo que permitan asumir un crecimiento que, además, estará condicionado por las inevitables consecuencias del cambio climático, como por ejemplo el mayor riesgo de inundaciones urbanas.

Las primeras conclusiones de esos estudios han sido recogidas en el informe ‘Cities Alive’, elaborado por varios grupos de expertos de Arup, una reputada compañía internacional de ingeniería y tecnología que dirige proyectos como el Garden Bridge de Londres, del que ya hemos hablado en este blog. El objetivo sería crear una ‘ciudad ecosistema’, que sea capaz de integrar la naturaleza en su diseño, de recuperar los cauces de agua, ganar espacios verdes y que sea en gran parte autosuficiente.

“Las zonas verdes no suelen ser prioritarias dentro de la planificación urbana, ya sea por costes, por escasez de espacio o por falta de visión acerca de los beneficios que pueden ofrecer. Sin embargo, su impacto en la salud y bienestar de los ciudadanos así como su contribución a la disminución de la polución debe tenerse más en cuenta”, apunta Tom Armour, líder del grupo de Arquitectura Paisajística de Arup.

Las propuestas

Pero entremos en detalles, porque el estudio no da sólo ideas generales. También ofrece propuestas concretas que, en un futuro, se integrarán en numerosos planes urbanísticos.

  • Los edificios podrían transformarse en granjas verticales para paliar la previsible escasez de alimentos. Se trataría de dar una mayor dimensión a los actuales huertos urbanos, con la posibilidad de hacerlos colectivos para que las comunidades de vecinos generaran sus propios cultivos.
  • Parte de las zonas verdes se dedicarían al cultivo de forraje y otras actividades agrícolas.
  • Se sustituirían en algunos casos los tradicionales materiales de las infraestructuras (hormigón, asfalto…) por superficies permeables, como cañaverales y hábitats húmedos.
  • El agua debería ser parte esencial del paisaje, incluyendo canalizaciones y pantanos artificiales que ayuden a disminuir las temperaturas más elevadas.
  • Las ciudades tendrían que repoblarse para que bosques densos crezcan junto a calles y edificios. Los árboles nos ayudarán a adaptarnos mejor al cambio climático y paliarán los daños de las inundaciones urbanas: se ha comprobado que un aumento del 5% de la masa forestal disminuye en un 2% las riadas.
  • El alumbrado público consumirá energía limpia gracias a pequeños paneles solares autónomos que se distribuirán por calles y avenidas.
  • Una alternativa a la iluminación urbana serán las partículas de luz pulverizadas sobre fachadas, calles y mobiliario. Con su luminiscencia pueden convertir cada objeto en una señal orientativa y los rincones oscuros en zonas más seguras.
  • Pero la propuesta más innovadora en alumbrado público es la bioluminiscencia: lograr que los organismos vivos conviertan parte de su energía química en lumínica, de tal manera que por ejemplo los árboles sean al mismo tiempo farolas biológicas.

Estas soluciones afectan a la sostenibilidad, a la generación de recursos, a la habitabilidad de las ciudades y también a la salud de los ciudadanos. Porque como apunta el informe de Arup, un entorno urbano más verde y con más espacios “hace que la gente esté más dispuesta a caminar, aumentando la esperanza de vida en hasta cinco años”. Además, un aire más limpio disminuirá las enfermedades pulmonares y cutáneas, y hará que las recuperaciones sean más rápidas, reduciendo al mismo tiempo el gasto sanitario.

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