Nadie es perfecto y errar es humano. Esta máxima se aplica también a los grandes nombres de la arquitectura con la particularidad de que, en su caso, cualquier fallo puede traer consigo importantes implicaciones, tanto por su repercusión (que puede ser mundial, si se da en un edificio llamado a convertirse en un icono) como económicas o, incluso, legales.
En este post se listan algunos de los errores más sonados de las últimas décadas.
Walt Disney Concert Hall (Los Ángeles), de Frank Gehry
Gehry recibió el encargo de construir un auditorio para Walt Disney en Los Ángeles para que el que se sirvió de un concepto muy parecido al que ya había utilizado en el Museo Guggenheim de Bilbao, utilizando planchas de acero curvadas para “esculpir” la fachada.
Pero en Los Ángeles, el Pritzker canadiense se las vio con un problema inesperado ya que el sol, al reflejarse en las concavidades de la fachada mecánica, provocaba calentamientos en los vecindarios cercanos así como reflejos que deslumbraban a los conductores. Fue necesario tratar las superficies reflectantes para solucionar el problema.
El walkie-talkie (Londres), de Rafael Viñol
Otro polémico caso también relacionado con los rayos del astro rey se dio con la inauguración del nuevo número 20 de Fenchurch Street, en la capital británica, apodado como el walkie-talkie por la forma ensanchada de su parte superior.
Precisamente, la curvatura del ensanchamiento es la que provocó que el sol reflejado en su fachada recalentase en gran medida algunas calles de la ciudad. El que fue se popularizó como “el rayo de la muerte” llego a quemar alfombras y derretir la carrocería de un coche e, incluso ¡los vecinos llegaron a freír un huevo en plena calle! Todo ello provocó que las ventanas se cubrieran finalmente de un material antireflectante.
Palacio de las Artes Reina Sofía (Valencia), de Santiago Calatrava
En la nómina de polémicas del arquitecto valenciano Santiago Calatrava, una de las más conocidas ha sido la sucesión de fallos que ha ido encadenado en Palacio de las Artes de su ciudad natal: comenzó con el hundimiento de la plataforma que sostenía el escenario por un fallo del sistema hidráulico, prosiguió con goteras e inundaciones y se remató con el desprendimiento progresivo de las teselas de cerámica del revestimiento de obra.
Torre Beetham (Mánchester), de Ian Simpson
Al pasear por la ciudad de Mánchester en un día de viento, el visitante puede sorprenderse escuchando un zumbido de extraña procedencia. Es algo que ocurre desde 2006, cuando finalizaron las obras del edificio más alto de la ciudad y que acoge el hotel Hilton.
Al parecer, el ruido se debe a la peculiar forma de la torre que, para sostener su estructura, estrecha en la base y algo más ancha a partir del piso 23, cuenta con unas aletas en la parte superior que actúan como contrafuerte. El aire, al pasar entre ellas, provoca un ruido continuo, parecido a un silbido, que es audible a varios kilómetros de distancia.
Apple Park (Cupertino), de Norman Foster
El propio Steve Jobs encargó personalmente a Norman Foster el que sería el edificio de sus sueños: la nueva sede de Apple fue diseñada como un refugio que impulsase la creatividad y la productividad de los empleados de la compañía.
Tras su inauguración, el vidrio, uno de los principales componentes del Apple Park (de hecho, en el edificio se han utilizado los paneles más grandes del mundo), ha traído colores de cabeza, literalmente, a los trabajadores de la compañía ya que ya que tal es la transparencia que los empleados tenían dificultades para distinguir las paredes de cristal de las puertas. ¡Y se han llevado varios golpes!