Los edificios tienen un papel fundamental a la hora de mejorar la sostenibilidad del entorno. En concreto, las fachadas inteligentes son fundamentales a la hora de ahorrar energía y mejorar el confort. Pero, ¿cómo ayudan este tipo de fachadas a optimizar la energía de los edificios?
El diseño como punto de partida
La clave está en concebir la fachada como una segunda piel del edificio capaz de reducir las pérdidas térmicas y producir energía. Las fachadas bioclimáticas se están convirtiendo en la solución constructiva de referencia en los edificios sostenibles.
Además del diseño de la estructura, también cobran especial relevancia los materiales de construcción que se utilicen a la hora de levantar el edificio. Los materiales empleados deben tener un bajo impacto ambiental.
Otro de los factores clave es la búsqueda de la óptima situación y orientación según los factores bioclimáticos. El estudio de la radiación solar, el clima, el viento o la humedad son vitales para la concepción de las fachadas inteligentes, ya que estos edificios están diseñados para que se pueda optimizar al máximo la eficiencia de su consumo energético.
La idea es conseguir que los edificios del futuro sean capaces de producir la misma energía que consumen, una exigencia que será de obligado cumplimiento para los edificios públicos que se construyan en la Unión Europea a partir de 2020.
La llegada de las fachadas inteligentes a España
Desde hace ya algunos años, hay edificios de uso público, como el jardín vertical del museo CaixaForum en Madrid, que utilizan cubiertas verdes en las fachadas como una forma eficiente para mantener la temperatura en verano.
Otro proyecto arquitectónico sostenible es el edificio La Vela en Madrid, de BBVA. Una de las innovaciones más notables es su fachada, que está compuesta por 49.000 metros cuadrados de acristalamientos protegidos por unas lamas prefabricadas cuya orientación responde a criterios de insolación y eficiencia térmica. Además, el edificio se autoabastece energéticamente gracias a la energía solar extraída de los paneles solares y a la energía geotérmica de bucle cerrado que aprovecha la temperatura estable del subsuelo, lo que le ha llevado a conseguir el certificado LEED Oro, el estándar de construcción sostenible más exigente.
En definitiva, hoy la arquitectura está al servicio de la sostenibilidad y la ciudadanía.