El de Atlanta (Estados Unidos) es el aeropuerto más grande del mundo. Por él transitan cada año más de 100 millones de pasajeros. Le sigue el de Pekín, con alrededor de 90 millones. Parecen cifras impresionantes, pero apenas representan la mitad del tráfico humano que soportará el gigante que se está construyendo en el emirato de Dubái.
El Aeropuerto Internacional de Al Maktoum ya está operativo desde 2010, aunque solo ha completado la primera fase del diseño previsto. Se ubica a 50 kilómetros al sur de la ciudad, junto a los terrenos que en 2020 acogerán la Expo Universal y forma parte del Dubai World Central, una colosal ciudad aeroportuaria que cuando esté finalizada, en 2028, ocupará 140 km2 y contará también con instalaciones logísticas, oficinas, una zona residencial de lujo y hasta un campo de golf. Allí se trasladará la sede de Emirates, la aerolínea insignia de Dubái.
El emirato ya dispone de uno de los aeropuertos con más volumen de pasajeros del mundo (alrededor de 78 millones), el Dubai International Airport, pero está alcanzando su capacidad máxima y sufre unas limitaciones de espacio que le impiden realizar ampliaciones.
Esa fue la razón por la cual las autoridades decidieron construir otro aún mayor. La segunda fase de la construcción del Al Maktoum ha comenzado con un presupuesto inicial de 3.000 millones de dólares. Pero esa cantidad solo es el comienzo ya que la inversión total, hasta completarse el aeródromo, se estima en 35.700 millones de dólares.
Actualmente solo cuenta con una pista adaptada para grandes aeronaves y recibe en torno a cinco millones de pasajeros anuales. En un futuro dispondrá de cinco pistas y unas instalaciones multifuncionales por las que pasarán 220 millones de pasajeros anuales y 16 millones de toneladas de carga al año.
El desafío de la comunicación
El estudio británico Leslie Jones Architecture (responsable de la Terminal 5 del aeropuerto londinense de Heathrow) se ha hecho cargo de este proyecto, todo un hito en este tipo de infraestructuras.
Se pretende construir un entramado geométrico de instalaciones, a modo de islas interconectadas también por el subsuelo, con amplias salas centrales en cada terminal que dispondrán de todo tipo de servicios, comercios y una variada oferta de ocio. De esas salas partirán los accesos a los aviones y a las otras terminales. Teniendo en cuenta las dimensiones del aeropuerto, uno de los mayores desafíos será lograr comunicaciones rápidas y de amplia capacidad.
“Es fundamental entender las necesidades tanto de los pasajeros como de los operadores –explica el arquitecto Simon Scott, quien lidera el equipo de proyectistas–. Nuestra estrategia de diseño priorizará el concepto funcional de una instalación aeroportuaria, pero apoyando al mismo tiempo la creación de un entorno comercial integrado que busque la complicidad del consumidor y que optimice el espacio de manera inteligente”.