Pequeñas intervenciones urbanas pero con gran impacto en el ciudadano. Proyectos de bajo coste pero rápida puesta en marcha. El urbanismo táctico está demostrando una gran capacidad transformadora en la ciudad del siglo XXI. Pero sobre todo demuestra un alto poder disruptivo como alternativa a soluciones estereotipadas, logrando humanizar el espacio urbano con acciones efímeras o permanentes.
¿Pueden jugar los niños a la pelota en un parking? ¿Se puede transformar un solar en un centro cultural autogestionado? ¿Es posible disuadir al mal conductor de aparcar en el lugar prohibido con tan solo pintar el suelo de colores? Todas las respuestas son afirmativas y logros de estas acciones de urbanismo de guerrilla.
Qué es el urbanismo táctico
En la práctica, el urbanismo táctico se plantea como un modelo de actuación capaz de dar respuesta a la creciente presión demográfica sobre la ciudad. No debemos olvidar que, en la actualidad, la ciudad congrega al 55% de la población mundial, pero, para 2050, será el 68%, según prevé la ONU.
Y en este territorio propicio al ‘conflicto urbano’, toman un papel relevante grupos de ciudadanos y de profesionales con perfiles dispares. Desde urbanistas a sociólogos pasando por arquitectos o artistas. Son estos colectivos los que pasan a la acción transformando espacios para solucionar necesidades concretas de sus vecinos y de ellos mismos.
Así, el urbanismo táctico “plantea la necesidad de aplicar procesos alternativos al urbanismo convencional, que abran espacios a la construcción de la ciudad a partir de la participación colectiva en el espacio público”, explica Laura Bibiana Sánchez Gómez en su tesis Urbanismo Táctico: propuestas pautas metodológicas.
Pero, además de participativo, el urbanismo táctico es pragmático. Apuesta por acciones concretas e inmediatas, y –muy importante– a bajo coste.
De este modo, podemos concluir que el urbanismo táctico es una alternativa al tradicional impulsada desde la participación que propone soluciones únicas de rápida implementación y bajo coste, a necesidades concretas de los ciudadanos.
Quién impulsa el urbanismo táctico
En ese enjambre de informaciones cruzadas globales que se ha convertido el siglo XXI, no es fácil definir dónde se inicia esta tendencia. Según José Fariña Tojo, catedrático de Urbanismo de la UPM, “aparece como movimiento después de una reunión del grupo Next Generation of New Urbanist, en Nueva Orleans, durante el año 2010”.
Es ahí donde se deja oír la voz de Myke Lydon que, partiendo del contexto de la peatonalización de la neoyorquina Times Square, comienza a extender el uso de este término, como explica en Tactical Urbanism: Short-term Action for Long Term Change, la obra esencial para entender el movimiento.
Pero ya desde 2005 se identificaban en grandes urbes del mundo iniciativas singulares impulsadas desde la estructura civil. Una forma de proceder que poco a poco ha hecho suya la administración local, convirtiendo al urbanismo táctico en una nueva herramienta de su gestión de la ciudad.
Algunos ejemplos de urbanismo táctico
La recuperación para el paseo y las bicicletas en domingo de calles con alto tráfico de vehículos a motor el resto de la semana, es el ejemplo más extendido del urbanismo táctico en el mundo. Pero al margen de esas soluciones hay medidas más audaces.
Park (ing) Day en San Francisco (EE.UU).
En 2005 el colectivo de arquitectos Rebar, liderado por John Bela plantaron una maceta con un árbol y un banco sobre una alfombra de césped artificial en un parking, en pocos minutos un hombre se sentó a almorzar y otro más a darle conversación. Desde entonces, cada tercer domingo de septiembre se celebra en más de 100 ciudades del mundo (incluidas Madrid y Barcelona entre otras españolas) este evento icónico para el urbanismo táctico que devuelve por unas horas al peatón uno de los espacios urbanos más agresivos.
Times Square en Nueva York (EE.UU)
Pintura y mobiliario plegable para transformar uno de los iconos de la Gran Manzana. Fue el alcalde Michael Bloomberg el que anunció en febrero de 2009 que el tráfico sería cortado en una iniciativa experimental que un año después pasó a permanente.
Campo de la Cebada en Madrid (España)
Para muchos es un ejemplo pionero del uso del urbanismo táctico en España, además de ejemplo de cómo aprovechar un espacio urbano durante su transición o remodelación. Surge del derribo del polideportivo municipal de La Latina en 2009, tras el que aparece un inesperado solar en la céntrica plaza de la Cebada. Ya en 2010 un grupo de ciudadanos promueve el uso temporal para actividades deportivas, sociales y culturales durante el tiempo de demora de las obras previstas. Este espacio autogestionado cerró sus puertas en 2017 tras convertirse en un referente de la ciudad.
Seguridad vial en Medellín (Colombia)
La segunda ciudad colombiana trabaja desde 2017 en un plan para devolver espacio y seguridad al peatón reduciendo el aparcamiento en zonas indebidas con técnicas de urbanismo táctico. Pintura de animados colores, macetas, flores y bancos son las armas de la Secretaría de Movilidad para una actuación de gran impacto social.
Superilla Sant Antoni en Barcelona (España)
Forma parte del programa municipal Supermanzana Barcelona para “recuperar para la ciudadanía una parte del espacio que actualmente ocupan los vehículos privados”. El objetivo es que todos los vecinos de la zona afectada tengan un eje verde o una plaza a 200 metros de su casa. La de St Antoni (2019), junto al mercado del mismo nombre, es una de las actuaciones mejor acogidas de las realizadas hasta ahora, ha supuesto la recuperación para el viandante de 26.000 m2.
Ejemplos como estos muestran cómo el urbanismo táctico se convierte así en una herramienta real de transformación urbana que crece en el mundo. Por supuesto que su apuesta por la humanización del espacio, pacificación del tráfico rodado y aprovechamiento de las zonas de tránsito no es única, pero sí está demostrando ser una de las más efectivas para avanzar hacia una nueva ciudad.