Claves para entender la transformación sostenible del sector inmobiliario

Equipo de Redaccion

No cabe duda de que el sector inmobiliario es clave en cualquier economía. En una época en la que el modelo tradicional impera, ahora existen nuevos modelos de negocio diferentes y basados en la responsabilidad. Dicho en otras palabras, entendiendo la arquitectura como un agente de cambio social activo.

Una transición hacia un modelo responsable y sostenible

El concepto “responsabilidad” abarca un amplio significado. Ser “sostenible” no es solo respetar el medio ambiente: todas las actividades que forman parte del motor socioeconómico de cualquier país han de estar equilibradas desde un punto de vista social, medioambiental y, por supuesto, financiero. Así lo apunta el informe Hacia un nuevo modelo de sector inmobiliario, sostenible y competitivo, realizado por PwC.

A todos los efectos, se trata de un proceso complejo donde el sector inmobiliario también tiene un papel muy importante por delante. En el caso del sector que nos ocupa, intervienen diversos agentes, como el mercado, las instituciones financieras, las constructoras, los inversores y el cliente final. Todos y cada uno de ellos son clave en esta transformación en la que deberán asumir diferentes compromisos según su rol.

El suelo

Según recoge el informe, el precio del suelo es un factor clave para que se produzca ese cambio sostenible del sector inmobiliario, evitando que vuelvan a ocurrir situaciones pasadas. Si echamos la vista atrás, éste se disparó a partir de  2004 llegando a máximos históricos en 2007 (697,51€/precio m2). Sin embargo, según datos del Ministerio de Fomento, a partir de 2008 comienza a bajar, hasta que en el primer trimestre de 2019 se estabiliza en 285,19€/m2.

La construcción

Existe una necesidad mundial por preservar los recursos naturales del planeta y por hacer un consumo energético responsable. Lógicamente, el sector de la construcción también tiene que sumarse a esta situación buscando modelos productivos más eficientes y verdes, así como materiales sostenibles.

La promoción inmobiliaria

Aunque cada vez hay más conciencia por los edificios eficientes, la realidad es que la compra o alquiler de éstos sigue siendo más caro. De hecho, el sector reclama medidas fiscales que incentiven la sostenibilidad medioambiental y también la reducción de la huella de carbono en los desplazamientos a zonas costeras donde hay fuerte demanda de alquiler. En definitiva, modelos de financiación equilibrados.

El comprador

El último eslabón de la cadena es el cliente final, el que adquiere una vivienda. Aunque ya hay un perfil de comprador que elige este tipo de construcciones, aún hay un largo camino que recorrer y para ello, se plantea formación sostenible también para los mismos.

Una necesidad aclamada por la ONU

Uno de los objetivos de desarrollo sostenible (ODS) de las Naciones Unidas es adoptar medidas urgentes para combatir el cambio climático, ya que los recursos del planeta son finitos. Se trata de trazar hojas de ruta en todos los sectores para asegurar una profunda descarbonización de la economía mundial.

El mundo de la arquitectura y de la construcción deben sumarse al compromiso a través de su actividad. De hecho, ya existe una corriente de arquitectos, promotores y compradores de viviendas que reclaman este tipo de construcciones. Y a la hora de elegir, tienen en cuenta este tipo de variables:

  • Ubicación: las casas deben estar próximas a todo tipo de servicios para que sus vecinos puedan desplazarse fácilmente y en medios de transporte que garanticen la buena salud del medio ambiente (andando o en bicicleta, por ejemplo). También deben tener acceso a zonas verdes.
  • Materiales de baja energía
  • Reducir al máximo los residuos y las emisiones.
  • Uso de energía procedente de fuentes renovables: por ejemplo, la luz solar para calentar el agua de las casas o el uso de paneles fotovoltaicos para generar electricidad. Para ello, es fundamental que se instalen plataformas en los edificios durante el proceso de construcción.
  • Reducir al máximo el mantenimiento y la funcionalidad: por ejemplo, la elección de electrodomésticos de bajo consumo es una buena práctica.
  • Mejorar la calidad de la vida de sus habitantes.
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