Tu casa en un vagón de tren reformado

Equipo de Redaccion

Hace ocho años Miguel Huidobro daba vueltas a la idea de abrir un alojamiento de turismo rural y un amigo le propuso crear un establecimiento solo con vagones de tren rehabilitados. El hotel quedó aparcado pero, a cambio, decidió explorar las posibilidades de negocio de transformar convoys en desuso en casas originales, con recursos sostenibles y a precios razonables.

Hoy su empresa, Wagonstill, pionera en esta sorprendente iniciativa inmobiliaria, ya ha finalizado cinco proyectos, todos en España, y cuenta con una importante lista de pedidos para uso residencial –sobre todo como viviendas anexas o cuarto de invitados– y también para utilizarse como tiendas, bares o restaurantes.

El mayor problema es conseguir vagones en buen estado. Cada cierto tiempo Renfe subasta sus modelos más antiguos (suelen tener más de 50 años), aunque la gran mayoría terminan como chatarra. Sus precios varían dependiendo de su conservación y del uso previo: los de mercancías rondan los 8.000 euros y los de pasajeros suelen costar en torno a los 30.000.

El transporte se realiza en camiones góndola hasta los talleres de la empresa, donde comienzan los trabajos de restauración y acondicionamiento. Se limpia a fondo el interior, se lija la madera, se pulen los metales, se sustituyen las piezas inservibles y se aísla por dentro y por fuera, por lo general con lana de madera o de roca, materiales ecológicos al igual que la pintura con que decoran el conjunto.

Distribución del espacio

Al mismo tiempo se instala la red eléctrica y el sistema de saneamiento, aunque también es posible utilizar un dispositivo de reciclado de aguas para dar una mayor autonomía y facilitar así un futuro traslado. Por último, se realiza la distribución interior.

El espacio tiene entre 24 y 34 m2, que en el caso de una vivienda se suelen repartir en uno o dos dormitorios, con o sin cocina y un baño, aunque eso queda al gusto del cliente, al igual que la decoración y otros detalles personalizados. Ha habido compradores que, incluso, han pedido una chimenea e incluso un jacuzzi.

El vagón se coloca sobre una sección de vía en un terreno nivelado. “Como no tiene cimentación, se sigue considerando un bien móvil, igual que una caravana. Y no hay una ley que regule este tipo de vivienda ni normativa para su colocación”, explica Miguel Huidobro.

Todo el trabajo de rehabilitación dura unos tres meses y el precio final dependerá del tipo de vagón original (hay algunos con valor histórico y decoración clásica) y de las especificaciones del cliente aunque, según Wagonstill, el coste medio es de unos 38.000 euros.

“Cada semana recibimos llamadas de personas interesadas. Ahora estamos iniciando un proyecto de dos vagones para un particular en Aranda de Duero. Pero también hay propuestas muy avanzadas de ayuntamientos (prefiere no dar los nombres hasta que no se firme): en un caso para instalar una hamburguesería y en otro, cerca de Madrid, para crear una aldea infantil con 26 vagones, con dormitorios y aulas. Es lo bueno de este tipo de instalación, se adapta a cualquier entorno, se integra en cualquier paisaje y su impacto medioambiental, por contener material reciclado, es prácticamente imperceptible», concluye Huidobro.

En definitiva, el romanticismo de los viejos trenes convertido en una solución residencial sobre ruedas. El reciclaje da mucho juego.

Imagen @Barry Skeats distribuida con licencia Creative Commons BY-2.0

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