Las reformas son uno de los asuntos que más quebraderos de cabeza provoca en las comunidades de vecinos. Cualquier propietario tiene el derecho de realizar arreglos y mejoras en su hogar, pero no es plato de gusto para nadie verse forzado a convivir con obras en las viviendas colindantes. Ruidos, polvo, escombros y un ir y venir de albañiles, fontaneros o pintores pueden alterar sustancialmente la rutina de los habitantes de la comunidad.
Que unas obras, incluso las de pequeña magnitud, se desarrollen sin causar trastorno alguno es prácticamente misión imposible, pero, eso sí, siempre hay capacidad de maniobra para intentar minimizar las molestias. En este sentido, os dejamos unas recomendaciones básicas que os ayudarán a disminuir el impacto de vuestras obras de reforma y a evitar conflictos con vuestros vecinos:
Cumplir con la legalidad
Es muy importante ser especialmente escrupuloso a la hora de cumplir con la legalidad vigente sobre reformas. Para ello, resulta primordial informarse a fondo sobre todos los permisos, licencias o autorizaciones a recabar con antelación al inicio de las obras y de los trámites a seguir durante su ejecución, así como de las normas relativas a la salubridad y al respeto al descanso. Recuerda que cualquier vecino molesto puede poner sobre aviso a las autoridades ante cualquier anomalía o informalidad.
Informar a los afectados
Dependiendo del impacto de la reforma en cuestión sobre los elementos comunes, puede que sea obligatorio que el presidente de la comunidad sea informado con anterioridad sobre los trabajos a realizar o que, incluso, debas contar con la autorización expresa de la junta de propietarios. Ahora bien, tanto en estos supuestos como en el caso de obras menores que no exijan estas formalidades, nunca está de más informar personalmente a los vecinos que vayan a verse afectados de forma directa por el curso de las obras, como aquellos con los que se comparta rellano, techos y suelos.
Conocer con suficiente antelación la envergadura, la duración estimada de las obras y los horarios de trabajo ayudará a reducir la incertidumbre y permitirá a todo aquel que lo necesite (estudiantes, opositores, cuidadores de niños…) contar con la posibilidad de buscar una alternativa a una forzada coexistencia con ruidos inoportunos. En la misma línea, elegir la época vacacional para acometer una reforma es la opción habitual para tratar de provocar el mínimo trastorno.
Supervisar las tareas
Poner el proyecto en manos de unos profesionales solventes es uno de los consejos básicos a la hora de embarcarse en una reforma, ya sea ésta total o parcial. Como buenos expertos, ellos conocerán la mejor manera de proceder para causar las mínimas molestias y mantener las zonas comunes y el ascensor limpios y libres de obstáculos. El propietario por su parte debe asegurarse de que, efectivamente, los profesionales actúan con toda la diligencia esperada y responden con prontitud ante cualquier imprevisto o desperfecto a terceros, como grietas, filtraciones o roturas inesperadas.
Solucionar los conflictos de forma pacífica
Puede que, aunque se tomen todas las precauciones expuestas anteriormente, algún vecino no sea del todo tolerante con las obras de reforma de la vivienda o sufra un perjuicio que pueda ser evitado o mitigado con facilidad (por ejemplo, ajustando los horarios de trabajo o consensuando las horas de los cortes de suministros en caso de ser necesarios). La gestión del estrés, una actitud abierta y dialogante, buena voluntad y altas dosis de sentido común son los ingredientes básicos de la buena convivencia, la comprensión entre vecinos y la resolución pacífica de conflictos.