La paz y la belleza de un entorno cuidado y confortable tal vez no sirva para curar la enfermedad, pero sin duda ayuda a afrontarla de forma más positiva. Maggie Keswick fue consciente de ello tras serle diagnosticado un cáncer en 1993. Entonces buscó refugio en algunos de los paisajes que había diseñado junto a su marido, el arquitecto Charles Jencks.
Allí imaginó un lugar especial donde se hallara la armonía en las formas y los detalles, donde la luz inundara todo de vida y calor. Un edificio único que acogiera gratuitamente a cualquier enfermo de cáncer para reducir su ansiedad y alimentarlo de esperanza.
Esa idea se convirtió en un proyecto en el que trabajó con su esposo y para el que contó con la colaboración del prestigioso arquitecto Richard Murphy, amigo de la pareja. El primer Maggie’s Cancer Caring Center se abrió en Edimburgo, su ciudad natal, justo un año después de que ella muriera.
Jencks ha continuado su labor a través de una fundación en la que han contribuido de manera altruista algunos de los arquitectos más reputados del mundo, como Frank Ghery, Zada Hadid, Richard Rogers o Kisho Kurokawa. Gracias a ellos ya existen 20 Maggie’s, como se conoce familiarmente a estos centros solidarios, 18 en Reino Unido y otros dos en Hong Kong y Tokio.
El último inaugurado, obra de Norman Foster, abrió sus puertas en Manchester el pasado mes de abril. Y se han iniciado las obras del que se va a levantar en Barcelona, un proyecto de la italiana Benedetta Tagliabue.
Entorno familiar y luminoso
El concepto común a todos los Maggie’s es la atmósfera familiar y los entornos luminosos, donde los colores y las texturas, incluso la vajilla y la cubertería, deben ayudar a crear un ambiente acogedor.
Cada espacio está ideado como lugar de encuentro para la charla tranquila y el intercambio de experiencias. El eje central de los edificios está en la cocina, donde una gran mesa simboliza la unión de la pequeña comunidad formada por los enfermos y los especialistas (médicos, psicólogos, monitores…).
Alrededor de la cocina se distribuyen salas multifuncionales en las que se desarrollan actividades lúdicas (tai-chi, psicoterapias…) y a través de amplios ventanales se conecta con el jardín, una prolongación natural de la armonía interior.
Charles Jercks ha expuesto en el libro La arquitectura de la esperanza la capacidad del entorno físico para generar lo que llama “el efecto placebo del diseño”, con resultados psicológicos muy positivos en el enfermo.
Ted Cullinan, arquitecto del centro abierto en Newcastle (Reino Unido), explica el propósito de los Maggie’s como “una intensa investigación acerca de la manera de intentar lograr un resultado moral a través de medios estéticos”. Aunque su trabajo lo resume de forma más sencilla: “Yo solo quise hacer una cosa bella, como un edificio que tomaba el sol”.
Foto de https://www.maggiescentres.org