Habla: Amazon te escucha… y cumplirá tus deseos

Equipo de Redaccion

Hal 9000 fue el primer dispositivo inteligente que hablaba con los humanos. Bastaba con pronunciar su nombre para que respondiera a los deseos de quien le controlaba. Eso fue a finales de los años 60… y solo ocurría en el cine. La película 2001, una odisea en el espacio imaginaba así la posibilidad de interactuar con las máquinas solo con nuestra voz.

Amazon ha convertido ese anhelo en una tecnología doméstica (aunque sin los instintos homicidas de Hal 9000). Su nombre es Alexa y nos escucha en casa a través del Amazon Echo, un pequeño cilindro que se instala en cualquier habitación y que cuenta con micrófonos, altavoces y conexión a Internet.

Este dispositivo ha sido el pionero en una carrera por lograr ‘esclavos virtuales’, en durísima competencia con Google Assistant, Siri de Apple y Cortana de Microsoft. El premio es muy jugoso: cientos de millones de potenciales usuarios.

En el último CES de Las Vegas, celebrado en enero, se demostró el creciente interés por estos dispositivos y, entre ellos, parece que el Amazon Echo está logrando la mejor posición en un mercado que, por ahora, se limita a Estados Unidos (allí ha vendido ya 5 millones de dispositivos) pero que a lo largo de este año se ampliará a toda Europa. Su coste: 179 euros.

La asistente Alexa cuenta ya con más de 3.000 habilidades o comandos. Por ejemplo, pone la música que queremos escuchar buscándola en plataformas como Spotify o Pandora; lee los correos que nos llegan; nos informa sobre el estado del tráfico en la ruta que vamos a realizar, y gestiona otros aparatos conectados a su red a través del internet de las cosas. “Hola Alexa, enciende la lavadora”; “Hola Alexa, baja la temperatura de la calefacción a 23 grados”; “Hola Alexa, sube el toldo de la terraza”…

En varios dispositivos a la vez

Una de las razones que los expertos dan al éxito del Amazon Echo es la estrategia de separar el hardware (el aparato) del software (Alexa), de tal manera que puedes disponer de la asistente virtual en otros dispositivos de otras compañías que, a su vez, desarrollan nuevas habilidades para ella.

Esto hace que Alexa ya nos ‘escuche’ en algunos modelos de vehículos Ford o en electrodomésticos de LG y Samsung, también que podamos adelantar órdenes para tener la casa a nuestro gusto cuando lleguemos.

Solo hay un inconveniente, pero puede ser serio: Alexa (o el assistant de Google, o Siri) van a saber todo lo que hacemos, dónde estamos y lo que nos gusta. Y eso supone ceder privacidad, no solo a las compañías que controlan toda esa información, sino a terceras personas que sean capaces de acceder a esos dispositivos e inmiscuirse en la intimidad de la familia.

Muchos expertos ya previenen sobre ello y exigen a las compañías acuerdos muy estrictos para no utilizar la información obtenida sin el consentimiento del usuario y sistemas de seguridad avanzados contra los hackers. Tal vez ese sea el mayor coste de convivir con Alexa o con otros asistentes como ella ¿hasta qué punto podemos confiar en su discreción?

 

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